Marketing Deportivo México

El precio de la fama

La lucha por ganarse un nombre en el ring muchas veces comienza desde antes de subir a él por la propiedad intelectual de los personajes

Raúl Cruz | @rablue07
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   Actualmente el registro de una marca en el Instituto Mexicano de Propiedad Intelectual (IMPI) es de 2 mil 457.79 pesos más IVA y el trámite tarda de seis a ocho meses. Esta cantidad y tiempo que no tiene comparación con los costos y problemas a los que se enfrenta un personaje cuando pelea por su nombre.
   En la lucha libre mexicana se han presentado varios casos y el más reciente lo vive Octagón, quien después de casi 23 años de trabajar en Triple A, al dejar la empresa, estuvo a punto de perder su nombre.
   Él, al igual que Máscara Sagrada o La Parka original, tuvieron el descuido de no registrar el nombre que los llevó a la fama, lo que ocasionó que fueran vulnerables cuando la empresa a la que pertenecían los registro a su nombre y propiedad.
   Pero esta situación no es exclusiva de Triple A, pues gladiadores como el Místico (Caristico) o Mr. Niebla también tuvieron dificultades con sus nombre cuando emigraron a otras empresas.
   Abogados consultados por mktdeportivomx calculan que un juicio por este motivo puede tener un costo entre 10 mil y hasta 100 mil pesos, con la probabilidad de que las diligencias y la propia resolución tarden hasta cinco años.
   Cabe decir que las omisiones en algunos puntos en las leyes benefician, en la mayoría de las veces, a quien registró el nombre o la marca, sin importar que el personaje tuviera ya antecedentes y pruebas como carteles de funciones o incluso participación en transmisiones de televisión con esa identidad.
   Así, en una época en que el manejo de la promoción, difusión y comercialización del marketing deportivo es clave para los propios luchadores y las empresas promotoras, en conjunto con las marcas patrocinadoras, los especialistas recomiendan invertir un poco de tiempo y dinero al momento de definir el personaje desde antes de que suban al ring.
   Al final, no solo está en juego el nombre de un personaje que se vuelve ídolo tras una máscara o concepto, sino también la trayectoria de un deportista profesional.
   Un ejemplo de ello es El Hijo del Santo, quien ha hecho del personaje una marca y todo lo que ésta puede generar incluso ahora que ya está inactivo, sin embargo, la leyenda perdura.

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