Quizá tenga razón, quizá no, cuestión de enfoque, cuestión de gustos. El punto es que si basamos el valor de una máscara por el número de tapas que ha ganado, El Hijo del Santo, llevaría la ventaja… y sigue al alza con proyectos como Todo x El Todo y el manejo de su marca en sí misma.
Ahora, si lo comparamos por lo que significa un nombre dentro del mundo de la lucha libre mexicana, a la lista se añaden los nombres de Blue Demon Jr., Rayo de Jalisco e Hijo del Solitario, y más a fondo debería contemplarse a otros gladiadores que ya pasaron el altar de sus carreras, pero que sus logros los proyectaron a nivel internacional y no solo localmente, como Mil Máscaras, Dos Caras y Canek, tres auténticas leyendas.
Detrás de ellos se ubica una lista de otros luchadores que en su momento fueron referentes como Solar, Fuerza Guerrera, Villano IV, Tinieblas, Octagón, Máscara Sagrada, Caristico… y la lista es larga.
Intentar definir el valor de una máscara, con lo que ello implica, es tomar en cuenta trayectoria, logros nacionales e internacionales y un aspecto trascendental que no siempre salta a la vista: si el luchador pertenece a una empresa o se maneja de forma independiente, porque esta variable es la que puede romper la ecuación en la definición de quién debe perpetuar su misterio. Entonces, ¿cuál es la máscara más cara?