Marketing Deportivo México

Lucha libre y marketing: una pareja disfuncional

Para el investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, Ángel Garfias, la lucha libre mexicana no ha logrado consolidar una estrategia de mercadotecnia

Raúl Cruz | @rablue07
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   Con el nacimiento de Triple A en 1992, el marketing deportivo llegó como un nuevo ingrediente de la lucha libre mexicana, pero hasta al día de hoy no se puede hablar de una consolidación del mismo en el llamado deporte-espectáculo.
   “Para bien o para mal los orígenes del marketing (en la lucha libre) inician con la empresa de Antonio Peña, él levantó su empresa como un negocio en donde todo tenía una expectativa comercial.
   “La mercadotecnia es en dos niveles: generar dinero y con eso se logra el primer paso, y el segundo es crear la identidad, la imagen corporativa, para lograrlo debe haber regularidad e identidad corporativa en el manejo de marca como los son el Super Bowl,  el Smackdow y eso es lo más difícil y que no se ha logrado”, afirmó Ángel Garfias, el investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.
   El académico detalla que una de las cuestiones que impide el crecimiento de la lucha libre mexicana es el trato que se les da a los luchadores que son la materia prima.
   “John Cena (en la WWE), por ejemplo, es de otro nivel de marketing, él cuida su imagen, se prepara, se mantiene en forma por la sencilla razón de que le pagan bien, es el nivel de profesión, ellos saben el costo de un error.
   “En este ejemplo la lucha les deja para vivir bien y aquí no se les paga lo que es debido y no se crea la profesionalización de la lucha libre, aun cuando es un deporte líder en nuestro país”, indica.
   El fundador del proyecto Finisterra, un Centro de Investigación que impulsa la investigación académica de cómics, anime, videojuegos y la lucha libre como industrias culturales, resaltó que hasta el momento las dos principales promotoras (Triple A y el Consejo Mundial de Lucha Libre) han utilizado la mercadotecnia con un balance positivo, pero sin lograr concretar una imagen de marca que perdure, básicamente la disciplina se mantiene en el colectivo por la presencia de los propios luchadores.
   “Son varios vicios, la mercadotecnia obedece a números y en México eso no se toma en cuenta, aquí imperan otros intereses, los favoritismos, el subir en el cartel a la familia, el ser amigo, no siempre el mejor luchador subsiste”, agrega.
   Para Garfias cualquier empresa de lucha libre (incluso Grupo Internacional Revolución, Liga Élite, la Alianza Universal de Lucha Libre, entre otras) puede subir al siguiente nivel de la mercadotecnia con algunas sencillas acciones, como permitir la combinación de sus elementos y garantizar mejores perspectivas a las y los luchadores.
   “Falta segmentar de mejor forma al aficionado porque el espectador que paga el boleto más barato también coopera para el deporte y merece respeto, el mismo del que paga el más caro, y eso en varias ocasiones se olvida»; dijo.
   Finalmente, como deporte-espectáculo, la lucha libre tiene un potencial comercial que podría ir más allá de las arenas, sin embargo, los esquemas actuales se limitan a coyunturas que si bien funcionan, no aprovechan el impacto real, incluso por los mismos protagonistas.
   “Incluso los mismos luchadores deberían firmar cualquier máscara, original o no, porque en muchos casos no se tiene la posibilidad de adquirir una profesional, y ellos  -los gladiadores- se deben a todos los aficionados”, concluye Garfias.
Frase
   “Falta segmentar de mejor forma al aficionado porque el espectador que paga el boleto más barato también coopera para el deporte y merece respeto, el mismo del que paga el más caro, y eso en varias ocasiones se olvida»

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