Conformé avanzó la lucha todo se empezó a extinguir, en las gradas una incertidumbre se comenzó a hacer realidad, el luchador de las grandes batallas les recordó a sus seguidores que, antes que nada, era un caballero e iba a cumplir con su palabra.
Fue entonces que tuvo que entregar su máscara a Atlantis y reír al momento que se deslizaba de sus manos, también tenía motivos para hacerlo porque las lágrimas del público que lo seguía eran suficientes para aplacar las suyas. Podía reír porque aunque salía con la derrota a cuestas el grito seguía: ¡Villano!, ¡Villano!, ¡Villano!.
Así, hizo recordar que los héroes caen poco a poco, como después le sucedió al coso cuatrocaminero que se fue apagando y de aquellas corridas de toros, funciones de lucha libre, conciertos y demás espectáculos, solo quedó el nombre: El Toreo.
Justo hoy, 17 de marzo del 2017, el Villano III será reconocido en la función “Dos Leyendas” en la Arena México, pero su verdadero homenaje, el de su afición, la que abarrotó la Catedral de la Lucha Libre, la que lo siguió hasta el final de su carrera en esa lucha en Triple A, se dio hace 17 años nada menos que en una función que, abajo del ring, abriría el paso para el desarrollo de nuevas estrategias comerciales que combinan la transmisión de eventos de paga por televisión y vía internet, con el marketing deportivo que hoy rodea, en mayor o menor medida, a la lucha libre profesional.