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“No tengo Instagram o Facebook si alguien se preguntaba. Solo Twitter”, se lee en la cuenta de Twitter de Nick Foles el 5 de febrero del 2014. Cuatro años después el quarterback suplente de las Águilas de Filadelfia mantiene el mismo perfil lejos de los reflectores, con la diferencia que hoy, a sus 29 años, jugó y conquistó su primer Súper Bowl ante una de las leyendas de la liga, Tom Brady, cinco veces ganador del mítico trofeo Vince Lombardi con los Patriotas de Nueva Inglaterra.
Por trayectoria profesional, como activos para las marcas en el campo y fuera del emparrillado, las diferencias entre Brady y Foles son abismales. Son polos opuestos: Tom presume 17 temporadas en la NFL y Nick apenas 5. De finales y anillos de campeonato el primero luce una marca de 8-5, el segundo 1-1.
A partir de hoy, Brady continuará una leyenda que ya ha forjado; mientras, Foles puede comenzar la propia, pues después de la lesión del QB titular de las Águilas, Carson Wentz, el 10 de diciembre pasado se abrió la puerta a una historia sorpresiva que se consumó con el primer título de Filadelfia en su historia.
Foles, con el jersey número 9, jugó “el partido de su vida” en la final de la Conferencia Nacional al eliminar a los favoritos, los Vikingos de Minnesota. Este domingo 4 de febrero repitió la dosis, ahora ante unos Patriotas con el aún potente brazo de Brady a sus 40 años.
Propios y extraños vieron –y vimos- salir avante a Foles con sus 373 yardas completadas y tres pases de anotación, así como un touchdown en su cuenta ante 67 mil 612 espectadores en el U.S. Bank de los Vikingos de Minnesota y, claro, a Brady y sus ocho juegos de Súper Bowl con el nivel de las últimas campañas, insuficiente para sumar su sexto anillo.
De los equipos ni hablar: con un valor de franquicia estimado en 3 mil 700 mdd, los Patriotas son el segundo equipo más valioso de la NFL después de los Vaqueros de Dallas y sus 4 mil 200 mmd, mientras que las Águilas alcanzan los 2 mil 600 mdd.
Con boletos desde 4 mil 370 dólares -más de 82 mil pesos- en la reventa para el gran partido, comerciales de 30 segundos con un costo de 5 millones de dólares en el espectáculo de medio tiempo y un alcance superior a los 100 millones de espectadores en la televisión, la edición 52 del Súper Bowl queda para la historia con dos vidas paralelas, la de un joven que apenas prueba las mieles del triunfo y un veterano que extendió su legado.