Ahora, en la nueva normalidad, el reto es perfeccionar su operación, alcance y penetración en el target al hacer de la innovación un aliado, la comunicación una herramienta y la gestión una plataforma de lanzamiento con eventos controlados y, a la vez, sostenibles.
Con nuevas generaciones cada vez más conectadas, y las no tan jóvenes adaptándose a los entornos digitales motivados por la misma pandemia (de inicio por trabajo y luego por diversión), el deporte es una válvula de escape. Pero no es suficiente para contrarrestar el daño en la merma comercial por la venta de entradas, los derechos de transmisión, la difusión en los medios de comunicación (electrónicos, digitales e impresos), los patrocinios y publicidad, el turismo deportivo, la inversión en infraestructura y hasta las apuestas.
De acuerdo con la consultora PwC, el crecimiento promedio del 8 por ciento anual que registró la industria en los últimos años en el planeta, a partir de la pandemia en el 2020, será de 3.3% el próximo lustro. El camino aún es largo.
Hace unas semanas, Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, describió a la perfección el impacto de la pandemia en el futbol y que aplica a todo el deporte desde cualquier perspectiva: «nada volverá a ser como antes».
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