Como aficionados que practican por salud o simple gusto o profesionales que cobran millones de dólares anuales y generan otro tanto más para sus clubes, junto con televisoras y compañías que compran los derechos de transmisión y los sponsors, la llamada industria del #sportaiment hace que el deporte en sí mismo se diseñe, muestre y genere como un entretenimiento; así, el juego sale de la cancha, se magnifica y trasciende al resultado mismo.
Si a este fenómeno emocional sumamos la integración de la tecnología, el potencial comercial es casi infinito. Hoy no solo sigues a tu club o estrella en tu país, ahora puedes estar al tanto de lo que sucede al otro lado del mundo en las organizaciones deportivas más importantes no solo por sus perfiles de redes sociales, también desde aplicaciones propias con contenido exclusivo.
Y todo es medible: audiencias, alcance, vistas y por supuesto número de visitas con la posibilidad de identificarlas por zona. Aquí la estratificación se traduce en mayor interacción y, al mismo tiempo, genera identidad o cercanía del consumidor -aficionado y hasta fanático- con la marca.
Todos hemos escuchado o leído algo del Real Madrid, del Barcelona, de los Lakers, de los Patriots, de los All Blacks, de la Fórmula 1, de Neymar Jr y Cristiano Ronaldo, o Lewis Hamilton. Rafael Nadal, Dani Pedrosa, Serena Williams, Tiger Woods, Michael Phelps, una lista interminable… y todo gracias al marketing deportivo en torno a las grandes figuras del deporte.
Con organizaciones más que avaladas como la NBA; la NFL, la MLB, la WWE, la PGA, entre otras, todas pioneras en la comercialización en Estados Unidos, o la misma UEFA con su Champions League en Europa y LaLiga en España con las estrellas del futbol mundial, por mencionar algunas, el modelo de negocio crece y se adapta al mismo tiempo al espectador. Todo esto, en resumen, gracias al amor del aficionado hacia el deporte que se ha hecho un negocio.