Vivir al límite
El alpinismo o montañismo es una actividad que requiere de preparación física, inversión en equipamiento y ropa especial, pero sobretodo prudencia, dedicación y entrega
J. Antonio González S. | @JAGS1973DF
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Sentir el aire helado, amanecer por arriba de las nubes y que tu primera vista sea la inmensidad, son solo algunos de los momentos que se viven al practicar el alpinismo o montañismo.
Vivir al aire libre es una de las formas más reconfortantes de compartir la vida, aunque contrario lo que podría suponerse, no es una actividad muy económica. El costo del equipo básico, que comprende botas, mochila, sleeping bag, lámpara y ropa térmica promedia de 8 a 10 mil pesos, aunque según las marcas, puede ser mucho más.
En México se tiene registro desde el año (3 caña en la cultura mexica) 1289 de un ascenso a los hielos del volcán Popocatépetl, mientras que a nivel internacional el alpinismo o montañismo moderno se conoció a partir de 1492, cuando Antoine De Ville realizó el primer ascenso al Mont Aiguille al suroeste de Francia.
Sin embargo, como actividad deportiva la fecha considerada como el punto de partida apunta al 8 de agosto de 1786, cuando Jacques Balmat llegó a la cumbre del Mont Blanc, la más elevada de Europa, junto con Michel Paccard. Justo debido a que se dio en los Alpes, es que se le denomina alpinismo.
Practicar el alpinismo es básicamente estar a una altitud por encima de la cual no es posible la vida vegetal perenne y donde la vida animal es bastante precaria, con bajas temperaturas debido a que las montañas están cubiertas de hielo o nieve. Por lo general la presión atmosférica es muy baja, lo que ocasiona en la persona no aclimatada el llamado mal de montaña y otros síntomas. Incluso, la radiación ultravioleta es alta y hay que cubrir la piel con protectores solares para no sufrir alguna quemadura.
Si bien resulta atractiva para cualquiera que guste de las fuertes emociones, practicarla sin precaución y apoyo puede ser mortal, por lo que es recomendable acercarse a los expertos, en Ciudad de México, por ejemplo, existe el Club Alpino Mexicano A. C., fundado el 30 de abril de 1980 para apoyar y fomentar el alpinismo en el país, el cual cuenta con instructores, monitores y guías con amplia experiencia.
Además de la inversión económica para los traslados, alojamiento y alimentación, un tema clave es el ejercicio, en especial en piernas y brazos, por lo que se sugiere no aventurarse si no se tiene la capacidad física para soportar horas de caminar en ascenso y en sitios escarpados a bajas temperaturas. Ya en la montaña hay un aspecto clave, la alimentación.
La dieta básica para actividades de montaña comprende desayuno con leche en polvo, café o té, galletas dulces, barras de cereal, manzana, plátano, entre otros y la merienda o cena con pasta, embutidos, carne. Para mantener la energía, en los ascensos se acostumbra ingerir nueces, naranjas, duraznos, frutas en almíbar, gelatina, chocolates, miel, mermeladas, cajeta, galletas, granola, frutas secas, etc.
Y la seguridad no podía quedar de lado. Un punto relevante es el uso de casco y equipo certificado por la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA), pues el 80 por ciento de los accidentes se producen en los descensos, por eso los expertos señalan que, pese al cansancio o de alguna forma exceso de confianza, hay que mantener el paso porque la gravedad juega en contra.
Lo más práctico es caminar cautelosamente y no tirar piedras, ya que puedes afectar a quienes vengan detrás; incluso, en caso de que alguien grite «piedra», hay que estar atento su dirección y, en tal caso, agacharse, sentarse en el suelo y usar la mochila como escudo.
Finalmente, pero no menos importante: no hay que subir solo, este deporte es de auténtico trabajo en equipo. Antes que nada hay que registrarse en los albergues o casetas de acceso, lleva tu teléfono celular -satelital, si es posible- agua y comida suficiente con equipo certificado.
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