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Cuando en el 2006 Joachim «Jogi» Löw firmó como entrenador de Alemania lo hizo por dos años y con la promesa de continuar con la marca que, hasta hoy, define a los germanos: proyectos a largo plazo, continuidad y apoyo a todas sus selecciones y la formación de jóvenes para las futuras competencias.
Once años después esa filosofía le ha redituado 150 partidos al frente de su selección, de los cuales presume 100 victorias, una efectividad de 72.6 y una Copa del Mundo en Brasil 2014, algo que pocos entrenadores pueden presumir entre otros reconocimientos.
En su primera participación en una Copa Confederaciones busca llegar a la final y este jueves su rival será la selección mexicana, dirigida por Juan Carlos Osorio, con quien guarda una semejanza: la rotación de jugadores, aunque la diferencia de logros no se puede comparar, pues tan sólo el último posee apenas 13 partidos sin derrota en juegos oficiales.
Originario de la comunidad de Schönau (3 de febrero de 1960), en la llamada Selva Negra alemana, comienza a escribir su propio legado en un equipo donde, a diferencia de sus antecesores u homólogos, él asumió el mando sin ser jamás seleccionado alemán y tampoco figurar como jugador profesional.