#mktdeportivomx
Desde la tribuna (machista) les murmuraban a ellas de cerquita y de lejos que no saltaran, que no corrieran, que no jugaran tazos, que no patearan una pelota porque se podían lastimar, que usaran falda (pero debajo de las rodillas), que se quedaran sentaditas y quietas. Que su lugar era la cocina, planchando, limpiando y atendiendo al otro, que no podían disfrutar de su cuerpo ni conocer qué es lo que les gusta y lo que no, que antes de hablar deberían pensar muchas veces lo que dirían, que no podían salir de sus casas hasta que no se casaran.
Y desde la otra tribuna (también machista), se exigía que los niños y hombres no expresaran lo que sentían porque es de débiles, que no podían llorar ni renunciar, que debían ser proveedores, que bailar es de niñas y que deben aguantar lo que sea a toda costa, por ejemplo, las novatadas. ¡El último en llegar es niña! ¡Le pegas como nena! ¡Pareces vieja! ¡Eeeehh… pu….! y otras frases o albures se ponen en juego dentro de una cancha, en la calle…y en realidad… en cada minuto de la vida cotidiana.
Pero hablemos de tener un equipo completo, un equipo que involucre a las mujeres y a los hombres, un equipo que pueda ver sus debilidades, las desigualdades y exigencias culturales para después poder tomar decisiones que aporten y que permitan mejorar.
Que desde cualquier lugar del estadio o de la cancha se pueda ver el juego completo, las dos partes. Es decir, que haya un juego de ida y vuelta y que la revancha no se enfoque en el marcador final y en los números si no en lo que se mejoró, en lo que se aprendió, en lo que se debe de trabajar.
Para contextualizarnos mejor, hagamos un pequeño viaje hacia el pasado, pensando por ejemplo en la participación de las mujeres en las actividades físico-deportivas, como la londindense Charlotte Cooper, la primera mujer en ganar el oro olímpico en París 1900 en tenis individual. O Katrine Switzer, la primera mujer en participar en el Maratón de Boston en 1976, agredida incluso por su participación. Y en pleno Siglo 21 el encuentro histórico en la NFL con Jen Welter (ex coach de los Cardinales) y Sarah Thomas como árbitra.
A la par, otra lucha representativa en este ámbito ha sido romper los estereotipos de que las mujeres son “machorras” y los hombres son “macho alfa” o “afeminados” según el deporte que decidieron poner en práctica. ¿Qué relación habría que tener entre la orientación sexual y el deporte que se ha decidido practicar? Justamente hablar de género y deporte permite ver y analizar los estereotipos, prejuicios y estigmas que se tienen en esta realidad social hoy en día.
En palabras de la doctora Tania Rocha “hasta ahora lo que ha prevalecido es una mirada binaria de la sexualidad porque supone que existen dos polos, dicotómicos y excluyentes”, entonces el silencio impera para pertenecer a un equipo y que no afecte el que se pueda participar en eventos nacionales o internacionales según cada caso cuando existe una gran diversidad que da lugar a ser lesbiana, gay, bisexual, transgénero, transexual o intersexual (LGBTTI).