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River-Boca: perdió el futbol, perdimos todos

La final de la Copa Libertadores, certamen continental que se juega desde 1981, vive uno de los momentos más tristes de su historia y no precisamente por lo que se disputa en la cancha

Raúl Cruz | @rablue07
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   La suspensión del partido final de la Copa Libertadores 2018 entre los equipos argentinos River Plate y Boca Jrs dejó una estela de pérdidas en todos los ámbitos, principalmente, en lo futbolístico, y no solo en el continente, sino en todo el mundo.
   Los primeros en resentirlo fueron los aficionados que se dieron cita el sábado 24 de noviembre en el Estadio Monumental, que a la postre se quedó sin la oportunidad de ver el esperado encuentro, hoy ya lejos de las gradas argentinas porque la Confederación Sudamericana de Futbol (Conmebol) decidió que el partido se jugará entre el 8 y 9 de diciembre, en sede por definir, fuera de Argentina.
   Con esta decisión histórica desde la creación del certamen en 1981, la Conmebol pretende volver a dar estabilidad y certeza en los ámbitos deportivos y financieros a su torneo de clubes más importante: la Libertadores que hoy, tristemente, no hacer honor a su nombre tras las lamentables escenas en que supuestos seguidores de los llamados millonarios lanzan todo tipo de proyectiles al autobús en que llegaba el Boca para la ansiada final, hechos que siguen dando la vuelta al orbe.
   Ahora, esa decisión afectará directa e indirectamente, en un primer nivel, a los aficionados que habían adquirido sus boletos no solo para el juego sino de avión y hasta hospedaje para llegar a la cita libertadora, a los que únicamente se les garantiza el reembolso de la entrada. La proyección en cuanto a turismo deportivo dejó mal parada a la ciudad de Buenos Aires.
   Desde la suspensión del juego hasta la nueva cita habrán de pasar 14  días que también repercutirán en la logística de los medios que lo cubrirán porque al final la producción que se encargaría de la cobertura también tuvo que suspenderse. Ni qué decir de los patrocinadores, los propios clubes que verán alterada su agenda deportiva y tendrán que invertir en vuelos y concentraciones en la sede que se defina y, por supuesto, los aficionados de todo el mundo. La expectativa crece para el duelo del año, pero también la molestia.
   Todas las medias a las que acudió la Conmebol son razonables por varios motivos: tan sólo en este 2018 se dio a conocer que Mediapro será la encargada de transmitir los próximos cuatro años los partidos de la justa futbolera más importante de América y se especula que la cifra del acuerdo es cercana a los mil 400 millones de dólares.
   Para los propios conjuntos el torneo continental representa un gran impulso en sus finanzas, ya que en esta edición el campeón se llevará 6 millones de dólares y el segundo sitio 3 mdd, sin contar que en cuestión de entradas los 155 partidos de la Copa generaron 49 mdd; toda una maquinaria que genera beneficios para todos y en la que hoy todos perdieron, y perdimos.
   Lo alarmante de esta historia es la versión que se maneja en últimos días: todo se originó por la molestia de Héctor Monroy, mejor conocido como el «Caverna» Monroy, líder de una barra ligada al River, pues un día antes de la final la policía intervino en su domicilio y le decomisó 7 millones de pesos argentinos (180 mil dólares) y 300 entradas para la final además de llevárselo detenido.
   Esto, se especula, provocó que los actos de violencia contra el Boca fueron organizados por él como una venganza a lo que consideró “un hecho injusto”; si esta versión se corrobora, sin duda, no sólo perdió el futbol (más allá de cualquier cifra), sino el deporte y la convivencia social en su totalidad.
   Es de resaltar, que la Conmebol en la reunión que sostuvo con los presidentes de los clubes argentinos este martes, estableció que el cambio de sede solo atiende el aspecto deportivo, pero que las sanciones administrativas aún se analizarán y determinarán en otras instancias de la propia institución.
   Al final, pase lo que pase, el principal anhelo y reto es que, se juegue donde se juegue, el duelo por el título de la afamada Libertadores limpie, de alguna forma, lo empañado que se ve ahora.

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