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Si en el mundo de la lucha libre hay una dinastía que logró posicionar una marca, esa es la Alvarado Nieves a través de un nombre que nació en la mente de su líder, dentro y fuera del ring: Jesús, Brazo de Oro.
Seguramente antes de su debut en octubre de 1975, Jesús (quien luchó al principio como el Hombre del Brazo de Oro, pero lo acotó por ser muy largo para las carteleras), era inimaginable que el sello de los Brazos marcaría toda una revolución en el pancracio nacional y que, 42 años después, 15 de sus integrantes conformen la dinastía más prolífera de los cuadriláteros mexicanos hasta la fecha.
Lo que hizo Brazo de Oro tuvo sus cimientos en dos puntos cruciales: el ejemplo de Shadito Cruz, su padre y eterno benefactor de los luchadores que llegaban de provincia a hacer campaña a la Ciudad de México, y su entrega y pundonor con la que luchó desde siempre.
A unos días de su partida (viernes 28 de abril, 2017), a Jesús Alvarado se le recuerda -y recordará- como un bastión de la extinta empresa Lucha Libre Internacional, allá en la “Cueva de los Independientes”, el Toreo de Cuatro Caminos, en donde protagonizó junto a sus fraternos Brazo de Plata y El Brazo batallas memorables en contra de los Misioneros de la Muerte, los Cadetes del Espacio, Los Fantásticos, el Triángulo de la Muerte, los Asesinos del Ring, los hermanos Reyes, encabezados por Cien Caras, y sus eternos rivales (de otra gran dinastía): los Villanos.
Excelente nota! Los brazos son leyenda en la lucha libre y merecen homenaje